sábado, 26 de enero de 2008
Juliana García Recchia, hija de desaparecidos que busca a su hermano nacido en cautiverio.
Más de 400 chicos aún viven en dictadura.
En enero de 1977 Juliana García tenía 3 años. En un operativo en la casa de Villa Adelina, su papá, Antonio García, fue asesinado, y su mamá, Beatriz Recchia, embarazada de cinco meses, secuestrada. A Beatriz la llevaron a Campo de Mayo, donde nació Ignacio, su hermano, que fue entregado a alguna familia amiga de los militares. Luego de dar a luz, Beatriz (hoy desaparecida), habría sufrido un “vuelo de la muerte”, arrojada desde un avión encadenada en el río de la Plata. Hoy Juliana tiene dos hijas, Lola (3) y Morena (1). Trabaja en Abuelas de Plaza de Mayo buscando a su hermano y a centenares de chicos apropiados y milita en el MST-El Socialista.
Yo estoy buscando a mi hermano, que nació en Campo de Mayo durante el cautiverio de mi vieja. Sabemos que es varón, que nació en mayo del ´77. Yo tenía 3 años recién cumplidos, pero tengo recuerdos de la panza de mi mamá cuando se la llevaron, que había un hermano ahí adentro y esto me da la sensación de un embarazo eterno, porque siento que mi hermano, Ignacio García Recchia, aún ‘no nació’. Si bien nació, alguien en ese lugar tan siniestro como fue el centro de detención de Campo de Mayo, se lo llevó. Y así, hay más de cuatrocientos chicos que hoy a casi treinta años continúan viviendo bajo las botas de la dictadura. Para estos chicos no existe ninguna democracia, no saben siquiera quiénes son. Esto de que hoy sean 82 los jóvenes que recuperaron su identidad es producto de una dura lucha de mucha gente, no sólo de los que militamos en Abuelas, sino de gente que se movilizó, que luchó durante tantos años, y que toma esto como propio, porque no es algo que me pasó a mí o a las abuelas, sino que nos pasó a todos, sobre todo a los trabajadores y a los luchadores.
El gobierno se tiene que hacer cargo, encontrar a estos más de cuatrocientos chicos. Y que el último de los responsables del genocidio vaya preso, porque lamentablemente siguen caminando entre nosotros, en las calles y en especial los indultados, los principales responsables.
Más de 400 chicos aún viven en dictadura.
En enero de 1977 Juliana García tenía 3 años. En un operativo en la casa de Villa Adelina, su papá, Antonio García, fue asesinado, y su mamá, Beatriz Recchia, embarazada de cinco meses, secuestrada. A Beatriz la llevaron a Campo de Mayo, donde nació Ignacio, su hermano, que fue entregado a alguna familia amiga de los militares. Luego de dar a luz, Beatriz (hoy desaparecida), habría sufrido un “vuelo de la muerte”, arrojada desde un avión encadenada en el río de la Plata. Hoy Juliana tiene dos hijas, Lola (3) y Morena (1). Trabaja en Abuelas de Plaza de Mayo buscando a su hermano y a centenares de chicos apropiados y milita en el MST-El Socialista.
Yo estoy buscando a mi hermano, que nació en Campo de Mayo durante el cautiverio de mi vieja. Sabemos que es varón, que nació en mayo del ´77. Yo tenía 3 años recién cumplidos, pero tengo recuerdos de la panza de mi mamá cuando se la llevaron, que había un hermano ahí adentro y esto me da la sensación de un embarazo eterno, porque siento que mi hermano, Ignacio García Recchia, aún ‘no nació’. Si bien nació, alguien en ese lugar tan siniestro como fue el centro de detención de Campo de Mayo, se lo llevó. Y así, hay más de cuatrocientos chicos que hoy a casi treinta años continúan viviendo bajo las botas de la dictadura. Para estos chicos no existe ninguna democracia, no saben siquiera quiénes son. Esto de que hoy sean 82 los jóvenes que recuperaron su identidad es producto de una dura lucha de mucha gente, no sólo de los que militamos en Abuelas, sino de gente que se movilizó, que luchó durante tantos años, y que toma esto como propio, porque no es algo que me pasó a mí o a las abuelas, sino que nos pasó a todos, sobre todo a los trabajadores y a los luchadores.
El gobierno se tiene que hacer cargo, encontrar a estos más de cuatrocientos chicos. Y que el último de los responsables del genocidio vaya preso, porque lamentablemente siguen caminando entre nosotros, en las calles y en especial los indultados, los principales responsables.
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1 comentario:
Juliana, tuve la mala suerte de conocer a Elida Hermann como modista en Don Torcuato, fuimos estafadas mi hija Juliana también y yo, esta mujer le pidió $600 a mi hija por un vestido que no pudo ni siquiera coser dignamente para pagar medicamentos para la nieta, que obviamente no es su nieta, que estaba enferma, hija de Bárbara,investigandno ayer sobre su nombre en internet conocimos la verdad, esta mujer está libre?? como es esto, no soy la primera persona que embaucó. vive mintiendo y cuidando una niña que no lleva su sangre....que horror!!!
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